Hace unos meses me vine muy arriba con las
github pages, que las veía como una manera particularmente interesante de tener un micro-site personal de chorradas varias sin lidiar con el hosting. No sabía exactamente qué quería hacer, pero venía de crearme espacios en AWS para subir las imágenes que uso en el blog y no depender de servicios externos (que, bueno, no es así porque AWS es en sí un servicio externo, pero como este blog tiene cero tráfico pues me sale un poco de gratis, y no parece que vaya a sufrir el mismo destino que otros servidores de imágenes.) así que surfeé esa ola un tiempo.
Y luego, como suele pasar, me pasó el trolebús de la rutina diaria por encima y no tuve tiempo-fuerzas-neurona para seguir con ello. La idea era un tanto dispersa, quería tener un sitio donde subir builds de mis personajes de City of Heroes, y luego pensé en subir también la parte más ficción (las biografías dentro del juego, fichas de personajes, los diferentes supergrupos, ese tipo de cosas), y luego pensé en subir directamente los fics (cross-posteando con
AO3, obviamente). Pero la mezcla de narración y meta-narración (tratar el juego como un mundo y como un juego a la vez) me dio un poco de disonancia.
Entre la falta de cohesión, que no acabé de encontrar un aspecto que me gustara para lo que estaba haciendo (maquetar temas para Jekill se me estaba haciendo bola, yo quería jugar con cuatro
div
y un poco de CSS), y que por ese entonces estaba forzando aparcar un poco City of Heroes para que no consumiera todo mi tiempo libre (sea haciendo builds o jugando o imaginando aventurillas), pues han pasado seis meses hasta que he tenido fuerzas-interés de nuevo.
Ayer estuve probando un par de cosas y tanteando algunos cambios. Y terminé por preguntarme para qué hacer todo eso, si realmente merecía la pena, y quién me creía que era para pensar que algo así era necesario. Estuve a punto de borrarlo y aparcar la idea.
No lo hice, porque una parte (muy autobombística) de mí cree que realmente puedo aportar algo. O, al menos, aprender algo... pese a que esté tirando de temas que han hecho los demás de Jekyll y mi intento de hacer uno a mi medida haya resultado en tremenda bazofia. Quizás es una expresión más de las crisis de mediana edad, donde te preguntas por tu legado y por lo que dejarás cuando no estés y por al menos querer que se escuche tu voz. Pero admito que, pese a no haberlo destruído, ahora me está costando seguir con el tema.
Es un poco lo que me pasa de manera cíclica con este journal. ¿Lo mantengo? ¿Lo borro? ¿Lo dejo activo pero no actualizo y sigo escribiendo en mis tiddlywikis locales, lejos de miradas ajenas?
Una parte de mí cree que, aunque sea sólo para mí, merece la pena seguir con ello. Tanto con el journal como con el proyectillo este de github pages. Porque luego, al cabo de los años, vuelves a ello (ya sabes que yo soy un nostálgico empedernido al que le duele el cuello de tanto mirar atrás. También creo que me duele por cómo duermo, una amiga una vez me dijo que pensaba que me había auto-desnucado, por cómo estaba de retorcido el pescuezo) y te alegras de encontrarte con tu yo del pasado. Te lamentas de todo lo que has perdido, porque lees que antes creías estar mal, y luego te topas con lo que eres ahora y...
En fin. Que yo venía a hablar de gatos. Porque eso también es algo cíclico. No mi amor por los gatos, eso es imperecedero (gatos, ahora y por siempre), si no el adoptar uno. O dos.
O veinte. Con Micra (el primer y único gato que realmente puede decirse que haya tenido yo, porque lo adopté ya viviendo solo) resultó evidente que mi piso no es lo mejor para un gato. No tengo las opciones para darle un espacio que realmente pueda disfrutar. Con Micra tuvimos suerte, porque aunque la adopté mayor (4 años) en realidad era mucho más mayor (10. No me enteré hasta que la enterramos. Mira, esto es un tema que no sé si he contado pero desde luego la clínica en la que mi familia lleva todos los gatos tiene una racha de mierda con los míos que tela, y prefiero no seguir porque me llevan los demonios del Abismo), así que una vida tranquila le venía bien. Echó en falta poder tumbarse al Sol en terrazo ardiente, porque sólo podía hacerlo en el alféizar de las ventanas y dejé de dejarle ir por libre cuando intentó saltar al árbol que tenemos justo delante (fue toda una vivencia), pero como estaba ya cerca del final lo llevamos lo mejor que pudimos.
El caso es que Micra estuvo decentemente bien, pero me enseñó que este sigue siendo un piso de soltero, no un hogar para gatos.
Eso no quita que de vez en cuando me pase por la web de la protectora de la ciudad. Y especialmente hoy, cómo no hacerlo en el día internacional de los gatos. Y hoy ha sido la primera vez que ha pasado El Contacto. Ya sabes, el ver un gato y pensar... no, pensar no,
saber que podrías adoptarlo. Es también un gato mayor, de seis años, se llama Merengue, y casi me meo de risa la ver sus fotos. Quiero decir, mirad qué cara:

Es precioso, claro; sí, puede que tenga algo en los ojos que necesite tratamiento, bienvenido al club. Esa es la foto principal, la que te ponen en la lista de gatos para que te llame la atención. Como para no hacerlo. Pero no es eso lo que me ha hecho reír. Es el resto de fotos. Es que, a ver:
Si clickas, lo ves en todo su raquítico esplendor.ME MUERO. Que seguramente está así porque debía tener nudos en los nudos (o quizás lo hayan rapado por el calor), pero MIRADLO. Es perfecto. Además, parece que esté en ese golpempuje cuando intentan hacerse los monos pidiendo comida, que él se la merece porque no debe haber comido desde hace al menos dos horas.
¿Cómo he sabido que, de ser uno, sería él? Porque me ha pasado lo mismo que cuando vi la foto de Micra en la web de la casa de acogida donde la encontramos. Porque lo sabes. Lo ves y dices "sí". El KosMos, por todo lo puñetero que es, por todo lo tocanarices que resulta, por todas las trabas que te mete, por más palos en las ruedas que endiñe, también tiene estas cosas, estos momentos epifanísticos en los que algo dentro de ti sabe que Si Quieres, Puedes.
Otro ejemplo es que ya tiene mote, y eso en mi casa es como primordial. A Micra, el nombre completo nunca se lo decía: Micra McBeal, porque cuando la adopté pesaba dos kilos, era la Calista Flockhart de la casa donde estaba (pequeña, muy muy delgada, no aparentaba su edad real, carácter y un poco de cara de borde)... pero tampoco es que la llamara siempre por su nombre, porque su apodo de Microt terminó por ganar. Porque Micra era demasiado mono para cuando se emperraba en algo (como robarme la silla), y porque cuando se asentó en un peso saludable (cuatro kilos y medio, según la veterinaria. Tampoco es que comiera para engordar más, siempre estaba en ese peso. Hasta que empezaron los problemas, al menos), con la de pelo que tenía parecía una bola enorme, y Microt no sólo era necesario para que hiciera caso si no que era más adecuado para su nueva realidad.
En fin, que eso, que si ves a un gato y ya te imaginas lidiando con él cuando lo cepillas y llamándole por su apodo, es que el KosMos te ha dado el visto bueno.
Pero, no puede ser.
(¿He dicho que parece ir en pareja con otro, una gata de pelo largo también, una persa de nariz chata que le saca dos años y que se llama Mousse? ¿No? Pues debería. No sé si es otro aliciente más para decir que no... o para decir que sí y adoptar a dos.)